SONETO
Las ondas en dolor surqué sumido,
he mares de engaños mil navegado;
siendo de contrario viento impulsado,
he de un dios sido y de un rayo herido.
Hoy, tan roto ya cuanto advertido,
he de la esperanza la vela arriado,
lejano del afán el faro ansiado,
al puerto amarro en la Isla del Olvido.
Aquí yazca mi fatigado aliento,
lejos ya de aquella enemiga ofensa
que al pecho hirió con sones de sirena.
Dulce fin sean esta blanda arena,
este afable aroma que al alma inciensa,
y este ocaso que encubre mi tormento.
Luis Varela
Qué tan tristes como sublimes versos, fratello... un ocaso, una pena, un descanso... bellísimo.
ResponderEliminarGrazie mille, fratello, Ha "sufrido" este soneto una remodelación. Son totalmente nuevos los tercetos. Iba a publicarlo, buscaba una foto y la que encontré me impulsó a cambiarlos. Está mejor ahora,un final más acorde con los cuartetos
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, sin ningún género de dudas el poema ha ganado, ya lo creo.
ResponderEliminarQué cruel duda me atormenta... ¿Seré cruel? Qué ventura nace de la desventura... Qué dicha de la desdicha. Aunque entiendo y hago mío su dolor, pues paisanos somos de la Isla del Olvido, debo decir que de su amargura brotan dulcísismos frutos que acarician el alma. Sus versos son excelsos, una delicia para el que los lea, aún transidos de tan tristes sentimientos. Le ruego que me perdone.
ResponderEliminar¡Oh, querido amigo! Nos vemos en el ocaso...
No se hable más, pues. Amarremos los barcos en el mismo noray, bebamos las sempiternas copas de Cardhu, fumemos y dejémonos abrazar por el último ocaso, que será seguramente el más bello y afable que contemplar hayamos podido.
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