martes, 23 de agosto de 2016

CANCIÓN IV



A la clara luz del naciente día,
con alta, hermosa llama,
el pecho inflamado, de fuego lleno,
tierno mi musa invoco;
ha benigna templar el trino mío,
bello mi canto haciendo.

Esparza la aurora sobre mis flores
su tierno aljófar puro;
terneza l´ave a mi ronca voz preste,
y en alegre discurso,
el blando céfiro, a mi dueña acerque
mi encendida canción.

Ambarino Sol de oro coronado
que de Oriente alzas bello
de luz so el techo tu carro girando,
si alzar a Delia vieras
el rosado vulto en destello grácil,
de luz herido fueres.

Argenta Luna de albugíneo velo,
con blanco fuego henchida,
que de cano amor la noche enriqueces;
si la Lumbrera vieres
que con nuevo amor l´alma me ilumina,
la envidia te apagare.

Luminarias que en corriente bóveda
radiantes selláis  perlas,
de albina flama negror colorando;
si de Delia el chispeo
de las de ébano lumbres ver pudiereis,
os mataren los celos.

Ninfas de púrpura rosa adornadas,
en oro y luz envueltas,
del undoso y claro seno que acoge
vuestro armonioso canto;
no salir podríais si de Delia
el eco suave oyereis.

Serafines que el alto cielo habitáis,
si de Delia delicias,
hermosura, templo, amor y aura tierna,
alcanzar dable os fuere;
alturas, tronos, coronas y estrellas,
abandonar quisiereis…

Tu pecho abrazar quiero Delia mía,
del cual el mi pecho arde,
rozar anhelo la fina espinela
en tu albura esculpida,
sentir mi mano ansía el azabache
que tu dorso acaricia.

Tu alma entretejer deseo a la mía
con áureos lazos hechos
del que a Helios divino fuego alimenta;
ataviar tu parhelia
con el marfil que los celestes fanales,
tiernos la noche exornan.

Canción, si rosas a tu paso hallares,
una guirnalda teje,
que de coral vista y nácar encubra
los que en ti yerros haya
torpe y rudo, tallado el airón mío,
y a mí con Delia torna.




Luis Varela

4 comentarios:

  1. Llegan de nuevo los ecos de los viejos cantos... ¿oh, Amor! ¡Oh, belleza! ¡Oh, apasionada lira!

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    1. Y por la gloria de Delia que no cesarán. Jamás hallé Musa mejor. Grazie mille, fratello.

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  2. Qué decir que no mancille tan exquisito canto. ¿Osará mi torpe voz turbar la infinita belleza que brota de un apasionado corazón? ¿Acaso podría describir el aroma de estas rosas? Mi silencio honre a tu lira, ¡oh!, poeta. Pero eso no es nada: hay un homenaje a la altura... las lágrimas enamoradas de Delia.

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    1. Jamás el excelso lirismo de su exquisita voz mancillará nada, mi querido amigo. Mas aun al contrario bien contribuye a exornar esta humilde casa con los fúlgidos destellos propios del más bello lucero. Mil gracias, destellante amigo.

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