martes, 6 de septiembre de 2016





A LOS POESTAS DEL ROMÁNTICO ESPAÑOL



Ya cerque al expirado tiempo mío
el aciago gris de vuestra túnica,
muera mi luz en vuestro abrazo blando,
oh, fluctuantes velos.

En vano el pecho extiendo
lóbrego y dolorido; sólo muerta
sangre del antaño volcán hirviente
derramar puedo en negras querellas.

Venid y abrazadme lánguidas nieblas,
abrid vuestro seno frío, acoged
en vuestro desconcierto tenebroso
este mi sueño muerto.

Soplad oscuros vientos
sobre los pálidos bosques del alma,
mas ved no habrá para mi voz olvido,
su himno alzarán vuestras alas al cielo.



Luis Varela

4 comentarios:

  1. Dulces ecos de amargura... oh, el XIX... pronto: mi capa, mi pluma, mi caballo... nos encontraremos junto a los muros derruidos del monasterio, al calor helado de las miradas de los amantes muertos que vagan junto al cementerio.

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    1. Deje el mío fratello el caballo y suba, suba a este flamante carruaje que le he "despistado" al mismísimo estudiante de Salamanca. Creía ser un genio jugando al tresillo, pero... Ha perdido casi hasta el nombre.

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  2. Excelsos fantasmas que brilláis entre las sordidas tinieblas, os tiendo la mano. Viejos ecos, pasados acentos inmortales. Mi alma se llena; mi copa se vacía... Galopemos hasta el alba en un infinito amanecer.

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    1. Galopemos, pues, por los montes canos que el invierno yerto dispone, rompamos la fría cadena y ahoguemos el gemido ronco con que la tiniebla ciñe nuestras almas, querido amigo.

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